¿Cómo elegir una bobina de celulosa?

Elegir la bobina de celulosa adecuada garantiza un trabajo de limpieza más rápido, eficiente y económico. Factores como el gramaje, las capas, la resistencia en húmedo y el uso previsto son clave para encontrar el rollo perfecto para tu negocio, ya sea en hostelería, talleres o limpieza profesional.

El tipo de uso y frecuencia de reposición

El uso que se le dará a la bobina de celulosa es un factor determinante a la hora de elegirla. No es lo mismo abastecer un taller mecánico con gran volumen de grasa y aceites que una oficina donde el consumo es puntual y principalmente para secar manos o pequeñas superficies. En entornos industriales o de hostelería con alta demanda, conviene optar por bobinas de gran metraje, mayor gramaje y alta resistencia en húmedo, ya que soportan mejor las tareas exigentes y reducen la frecuencia de reposición.

La compatibilidad con el dispensador también es clave: un núcleo de tamaño adecuado y un sistema de extracción central o lateral evitarán interrupciones durante la jornada. En lugares donde el personal necesita acceso rápido y con una sola mano, el dispensador central es ideal. Además, si el entorno de trabajo tiene contacto con alimentos, es imprescindible que la bobina cuente con certificación para uso alimentario. Invertir en la bobina correcta no solo ahorra tiempo y dinero, sino que también garantiza mayor higiene y eficiencia.

El material, capas y resistencia en húmedo

El material de la bobina de celulosa influye directamente en su capacidad de absorción, suavidad y durabilidad. La celulosa virgen ofrece mayor resistencia y suavidad, siendo ideal para trabajos que requieren delicadeza en el secado o contacto directo con la piel. La reciclada es más económica y sostenible, perfecta para tareas de limpieza general donde la suavidad no es prioritaria. También existe la opción mixta, que combina ambas ventajas.

Las capas, o “ply”, son igualmente importantes: una bobina de dos o más capas retiene mejor los líquidos y soporta un uso más intenso, mientras que una de una sola capa puede ser suficiente en entornos de bajo consumo. La resistencia en húmedo es fundamental si se va a trabajar con derrames de agua, aceites o productos químicos, ya que evita que el papel se rompa al absorber. En espacios donde la seguridad y la higiene son críticas, elegir un producto con tratamiento “wet strength” asegura que el papel se mantenga funcional incluso en condiciones de humedad extrema.